Celia Acaba de Nacer


Había llegado febrero, Celia recién estrenaba sus quince años y con ellos se materializaba la promesa de su madre de dejarla salir sola con sus amigas por primera vez. Reinaba el silencio tan solo interrumpido por el traqueteo del enérgico paso de páginas con el que Celia devoraba el catálogo de disfraces, aunque si finalmente no le llegaba a su madre el dinero para un modelo de los grandes almacenes, ella misma, que no era niña caprichosa, compraría las telas y su abuela, docta en tareas textiles, le haría un disfraz mucho mejor.

Celia no es que fuera especialmente presumida, ella jamás se sintió guapa. En el colegio su madre nunca se preocupó de hacerle lindos peinados infantiles con orquillas de colores como veía a sus compañeras, jamás paseó los clásicos zapatitos de charol que asomaban calcetines con puntilla, ella llevaba chándal y coleta que combinaba según el día con diadema.

Vestía sencilla, lo justo para cubrir su cuerpo. Avergonzada de no gozar de la belleza de sus amigas procuraba no llamar la atención, no solía hacer comentarios por miedo a que no fueran los correctos. Sabía que su frágil autoestima no soportaría una burla, que lo que para los demás eran nimios detalles, para ella eran gigantes capaces de aplastarla con el extremo de una uña y confinarla a un pozo de oscuridad sin retorno.

 No, no soportaría un desdén, ella no era tan fuerte. Prefería no arriesgar, sonreír y vivir a la sombra de los valientes, a ella le gustaba sentirse acompañada aunque fuera en calidad de espectadora, eso era mucho mejor que vivir aislada.

Se acercaba el carnaval, celebración que le fascinaba. Sus amigas en esos días la notaban nerviosa, extremadamente eufórica, además era la primera vez que salía sin estar bajo la vigilancia de su madre. Tal y como era de prever, y viniendo de familia humilde, al final fue su abuela Fina la que le fabricó el traje para su gran día. Se lo probó y pasó toda la tarde mirándose en el espejo con él, peinándose de mil maneras distintas, se subía las mangas, se las bajaba, cambió varias veces de pendientes, de collar, de zapatos...Más tarde bajó a la tienda a comprar algún lazo que le faltaba y algo de confeti y serpentina que siempre ayuda a animar una fiesta.

Una vez ya en el desfile, sus amigas empezaron a preocuparse, era sabido de sobra que una de las mayores virtudes de Celia era la puntualidad, máxime sabiendo lo ilusionada que estaba, y ya habían pasado casi veinte minutos. A su lado, y desde hacía un rato, había una chica envuelta es un disfraz maravillosamente confeccionado y original que no paraba de mirarlas y finalmente estalló en carcajadas: Chicas no busquéis más, soy yo...-¿Celia?...Si, soy yo, pero no perdamos más tiempo y unámonos a la fiesta. ¡Hoy va a ser un gran día!

Nadie se lo explicaba, pero aquella chica dulce y huidiza aquél día de carnaval se convirtió en un torrente de seguridad, reía, bailaba, gritaba y estaba tan divertida que todos la seguían a donde fuera, como si ella fuera el director de una orquesta y el resto de los allí congregados al festejo sus músicos, reproduciendo los más bellos sonidos al ritmo que ella marcaba.

Aquella chica enloquecida hipnotizaba con su desparpajo, la precisión y ocurrencia en sus comentarios se ganó tanto la confianza y simpatía de desconocidos como la perplejidad de su grupo de amigas que lejos de sentir envidia, se alegraron de que por fin soltara las riendas a ese corcel salvaje y noble que escondía entre sonrisas ladinas, parecía que acabara de nacer.

Al volver a casa, una de sus amigas le preguntó:
-Celia...¿por qué te gusta tanto el carnaval?
-Muy fácil, el día de carnaval nadie tiene miedo a hacer el ridículo porque todo el mundo lo hace, no te juzgan por si llevas ropa de tal o cual marca, todos se ríen de todos. No hay guapos ni feos, ni ricos ni pobres. Hoy he sido inmensamente feliz. Todos los días deberían ser carnaval.

Comentarios

  1. Excelente relato, de verdad me gustó mucho. La vida realmente debería ser un Carnaval, de esta manera, independientemente de la posición social, todos podríamos ser realmente libres e iguales. Muy buen mensaje.

    Sólo una corrección, en el párrafo 6 dices "...había una chica envuelta es un disfraz maravillosamente...", creo que es un error porque tendrías que decir "... EN un disfraz...", error al teclear, típico. Por todo lo demás excelente.

    Saludos desde México.

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  2. Precioso y conmovedor relato.

    Enhorabuena

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  3. Damhs, quería decir lo que he puesto, que estaba envuelta en un disfraz maravillosamente confeccionado. Gracias igualmente. Un saludo y agradecida también de que me sigas.

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